La diferencia no está en hacer más, sino en hacer mejor. Le servimos producto fresco, con calma, maridado con precisión y rodeado de un paisaje que convierte su cena en ritual.
En Flor de Sal, el respeto por el mar y el producto local no es discurso: es práctica diaria.
Seleccionamos ingredientes frescos, de cercanía, para una cocina honesta y con alma.
Aquí no encontrará artificios. Encontrará platos que hablan del territorio, del mar Atlántico y de un compromiso con la autenticidad gastronómica que usted notará desde el primer bocado.
Comer bien también es sentirse cómodo. Por eso, diseñamos una experiencia pensada para el disfrute pausado, lejos del bullicio turístico y sin interrupciones innecesarias.
Aquí el tiempo se detiene para que usted lo disfrute.
Porque la buena comida, cuando se acompaña de tranquilidad, se convierte en una experiencia verdaderamente memorable.
Cada paladar es único, y en Flor de Sal lo sabemos. Por eso le ofrecemos sugerencias pensadas para usted, no para el promedio. Platos y vinos que se complementan con intención.
Carta de vinos locales y nacionales seleccionados.
Sugerencias del chef fuera de carta, según mercado.
Recomendaciones pensadas para el equilibrio de sabores.
Atención formada para guiar, no imponer.
Porque el maridaje no es moda, es arte.
Y en esta casa lo practicamos con conocimiento, cercanía y el único objetivo de que usted disfrute aún más.
La experiencia comienza antes del primer plato.
En Flor de Sal creemos que comer también es mirar, respirar y dejarse llevar por la atmósfera que nos rodea.
Comer aquí es algo más que llenar el estómago: es regalarse un momento, donde todo, desde la vista hasta el plato está en sintonía.